Caída en picado (la perversión de ser excelente)

Caída en picado (la perversión de ser excelente)

  • «La próxima vez, quítame del paper» – me dijo.
  • ¿Y eso por qué? – tuve que preguntarle, sorprendido de que un colaborator tan bueno como él me pidiera no aparecer entre los autores.
  • Es que, verás, en el grupo queremos optar al programa de excelencia, y no podemos publicar en revistas que no sean Q1.

Lo vi claro. No intenté persuadirle. Sabía que sería inútil. Otra vez la estúpida ciencia del primer cuartil. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

Después de este episodio he recordado mucho el reciente artículo «El error de medirlo todo«, en el que se mencionaba la ley de Campbell: “cuanto más se aplica un indicador cuantitativo para las decisiones sociales, tanto más distorsiona y corrompe los procesos sociales que debería observar”. Pues bien, eso está pasando en la ciencia en España, porque sí, la ciencia es también -y quizá sobre todo- un proceso social.

Mucha gente sigue pensando en el científico con el estereotipo de un loco en bata blanca haciendo lo que quiere en su laboratorio. Es la versión que Hollywood nos ha vendido, y aunque me encantaría tener esa supuesta libertad para investigar, la realidad está muy alejada de eso. La realidad es que pasamos demasiado tiempo sin bata, rellenando informes y buscando dinero en proyectos y becas. Pasamos mucho tiempo intentando ser «excelentes» en base a unos baremos aparentemente inocuos, pero que han sido adoptados hábilmente para justificar la ausencia de fondos.

Los investigadores somos como el gato de Schrödinger. Mientras nadie abra la caja podemos hacer ciencia a nuestra manera, pero sabemos que alguien va a abrirla en cualquier instante para averiguar si lo hemos hecho «bien».

Mapa de revistas científicas. Cada color representa un área del conocimiento. (Fuente: ScimagoJr)

Nuevo sistema para  juzgar artículos. (#NoFaltaMucho)

Si se pudiera volver atrás desinventaría el perverso sistema de medir las citas de los artículos, porque está haciendo mucho daño en unas manos poco acostumbradas a tratar los datos para mejorar nuestra comprensión del mundo (muy experimentadas, eso sí, en usarlos para su conveniencia). Estamos matando a los erizos de la ciencia, a los que se toman su tiempo para publicar, a los que persiguen problemas que no están de moda, a los que no confunden el impacto de una revista con su idoneidad y prestigio (como en el famoso caso del Phys. Rev. B).

Podemos medir, podemos hacer rankings de países, de instituciones, de grupos, de investigadores, de áreas científicas, de revistas… de lo que queramos. Pero medir no nos hará más excelentes. Aunque el peligro no es medir: el peligro es reducir nuestras vidas a esas medidas. La ciencia no debería ser como elegir un restaurante en TripAdvisor, o el hotel con mejor calidad/precio, o la foto más original en Instagram. La ciencia no debería estar condicionada por los «me gusta».

Lacie, la protagonista de «Caída en picado» (Black Mirror)

Hoy me siento un poco más como Lacie, la protagonista de Black Mirror que se pasaba la vida mirando su puntuación; una puntuación basada en equilibrios e intereses de los demás, en caer bien, en tener contactos triple A. Ella se veía atrapada en una caída en picado, y así creo que está la ciencia. Estamos matando las ideas alocadas, lo que no es rentable en citas, lo que no es útil a corto plazo. Y sin embargo el éxito seguirá siendo impredecible, porque los indicadores bibliométricos están dominados por la ciencia «normal». Normal pero imprescindible.

En nombre de la excelencia estamos matando la esencia de la investigación: la libertad para explorar nuevas ideas sólo por el placer de resolver una pregunta. Y estamos consiguiendo alcanzar los límites del ridículo: hemos logrado que haya investigadores que no quieran publicar su nombre en trabajos que les pertenecen.

@DayInLab