Billion dollar abuelo

Billion dollar abuelo

El otro día vi la miniserie Billion dollar code, una serie que habla sobre el valor de una idea y lo barato que sale robarlas, y la verdad es que la acabé con rabia. No con la rabia de un mal final, como en Perdidos o en Juego de tronos. No, la acabé con la rabia de la injusticia. De hecho, tenía tal sensación de impotencia que he decidido expulsarla en forma de entrada del blog.

Diría que este sentimiento me ha acompañado casi toda mi vida, pero creo que en los últimos años cada vez me he vuelto menos tolerante con él. Me he vuelto muy intolerante a los parásitos. Quizá es que mi profesión se presta mucho a ellos, pero en realidad es algo que pasa en todos los ámbitos y a buen seguro reconoceréis alguno en vuestro entorno. Llamádme simplista si queréis, pero he llegado a la conclusión de que en la vida sólo hay tres tipos de personas: los que producen, los que destruyen… y los parásitos. Quizá este vídeo os aclare mejor la idea.

Os sorprenderá, pero no tengo ningún problema con los que destruyen. Una vez que los has identificado es fácil saber qué hacer con ellos. En los buenos días incluso puedo comprender sus razones. Y oye, por lo menos son gente activa y yo eso lo respeto. Invierten sus energías en algo, aunque sea malo. Pero con los que no puedo son con los parásitos. Esa gente que se aprovecha, sutil o abiertamente, del trabajo de otros: carroñeros laborales. Esa gente que te plagia una figura, o que se aprovecha del código que has programado, o que «toma prestados» tus apuntes de clase. No puedo con ellos.

Y lo que me molesta no es sólo que esa gente piense que tu tiempo es menos importante que el suyo. Eso, siendo grave, podría ser hasta discutible. No, lo que me molesta es ese comportamiento como especie. Porque los parásitos viven a costa de otros, alimentándose y debilitando a sus huéspedes sin llegar a matarlos. Los parásitos hacen que la gente que produce se agote y se marchite, dejándonos una sociedad mermada de sus miembros más valiosos. Y no tenemos el planeta como para permitirnos ese lujo…

Lo peor de los parásitos es que consumen a la gente más valiosa de nuestra sociedad.

Al acabar la serie miré encima de mi televisor y contemplé el rinoceronte que hizo mi abuelo con otros ojos. Y recuerdo haber pensado: tú sí que eras un billion dollar abuelo. Porque mi abuelo Jesús, que hoy cumpliría 101 años, posiblemente ha sido el ejemplo de persona más productiva que haya tenido en mi vida. Además de producir el bien (fue bombero durante mucho años), mi abuelo fue carpintero. Aunque yo le recuerdo más de jubilado, era incapaz de quedarse quieto. Necesitaba que sus días fueran útiles; necesitaba crear. Por la mañana salía a pasear, buscando maderas que utilizar para sus tallas, y luego las convertía en obras de arte trabajando en la terraza al calor del sol. El rinoceronte es una de las muchas tallas que dejó, porque siempre le gustó la naturaleza, pero cuando no hacía eso arreglaba cualquier cosa, pintaba, o se inventaba algo. Era una persona que a sus 65 años era más productivo, creativo y valioso que la mayor parte de la gente joven que conozco.

Del mismo modo que no tenemos derecho a consumir riqueza sin producirla, tampoco lo tenemos a consumir felicidad sin producirla. George Bernard Shaw

Así que mi mensaje después de esta entrada es bien claro: haced algo. No importa el qué. Buscad. Buscad lo que sabéis hacer bien, buscad en lo que podeís ayudar, buscad en lo que sois más productivos, y hacedlo; seguimos necesitando más personas como mi abuelo.

 @DayInLab