Subamos a por los plátanos
Entonces lo vi claro. Los investigadores somos como esos monos adoctrinados.
Ayer estaba leyendo un tuit de @abenitezburraco, profesor de lingüística en la Universidad de Sevilla, sobre la persecución a la que se nos somete a los investigadores y la cantidad desproporcionada de justificantes que nos exigen cada vez que viajamos a un congreso, a una reunión, o a un experimento. Los límites son verdaderamente ridículos, hasta el punto de pedir, a veces, las fotos de la participación en esas actividades. Yo conozco un amigo, por ejemplo, que siempre se compraba una chocolatina en el hotel al que iba para demostrar que había estado allí (porque la factura no demuestra que hayas dormido allí =O).
Para que os hagáis a la idea de hasta dónde llega el ridículo aquí tenéis otro caso real: el de la pastilla del baño.
Había oído casos verdaderamente estúpidos, pero esto me parecía demasiado. Fue entonces cuando lo vi claro. Somos como esos monos adoctrinados del experimento.
Para quien no lo sepa, el experimento que menciono (aunque al parecer es más un experimento mental y jamás se llevó a cabo¹) consiste en lo siguiente.
Se encierra a cinco monos en una jaula, y en el centro se coloca una escalera con un montón de plátanos encima. Cuando uno de los monos sube a agarrar los plátanos los científicos lanzan un chorro de agua fría sobre los que se quedan en el suelo. Pasado algún tiempo, los monos aprenden la relación entre la escalera y el agua, de modo que cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo persuaden de no subir, hasta que al final no sube ninguno.
Lo interesante de verdad viene cuando los científicos sustituyen a uno de los monos por otro nuevo. Por supuesto, el nuevo se tira a por los plátanos como un loco, pero los otros le bajan a palos antes de que les vuelvan a lanzar agua fría. Después de algunas palizas, el nuevo integrante aprende que no debe subir a la escalera.
Luego se sustituye otro mono, que también aprende la lección de grupo, y luego otro, hasta que no queda ningún mono del experimento inicial. Y ahí reside lo importante de esta historia: los monos seguían apaleando al nuevo integrante que intentaba coger los plátanos aunque jamás habían sufrido el chorro de agua fría. No sabían por qué, pero lo hacían.
La moraleja es que muchas cosas se hacen como se hacen porque siempre se han hecho así, aún cuando ya no existen razones para ello. La gente aprende a estar sometida, a estar adoctrinada. Cuando llevas tanto tiempo en el sistema, al final no lo cuestionas o te resignas porque no puede cambiarse.
A los investigadores se nos somete, porque ése es el verbo, a este sistema desde el inicio. Lo aprendes desde la primera beca que pides o desde el primer viaje al que vas como estudiante de doctorado. Al principio no le das importancia, porque tu ilusión puede con todo, pero poco a poco acabas por aceptar que las reglas del juego son así. Acabas por asumir que no hay nada que pueda cambiar ese sistema ridículo y que lo mejor es aceptarlo.
Esta entrada es para decir BASTA. Nadie en su sano juicio aceptaría está situación. A ningún empleado de empresa se le presume esa culpabilidad y ningún trabajador tiene que justificar de tal manera cada paso que da. Comisión de servicio diez días antes del trabajo, justificantes de viaje, justificantes de hotel, justificantes de haberse reunido, justificantes de haber dado una charla… por no hablar de las dietas caritativas que llevan 20 años sin actualizarse. Si esto no está tipificado debería clasificarse sin duda como un tipo de acoso.
Los investigadores no nos reunimos por placer, no vamos a congresos por placer, no hacemos experimentos por placer. Lo hacemos porque es nuestro trabajo; que, dicho sea de paso, es extremadamente cualificado y valioso. Y es para preguntarse: ¿cómo es posible que personas con la más alta calificación académica acepten someterse a un trato así?
Sin duda, hay mucha gente allá arriba que debe pensar que somos como esos monos, pero desgraciadamente creo que nosotros tampoco les convencemos de lo contrario. Seguimos con miedo a una ducha fría inexistente. Ya está bien. Subamos a por los plátanos que nos los hemos ganado con muchísimo sacrifico.
@DayInLab
¹ Para los más curiosos el artículo que dio origen al experimento sobre los monos es Gordon R. Stephenson, Cultural acquisition of a specific learned response among rhesus monkeys (1967)
¡A por los plátanos! Y a seguir con el blog.
Saludos desde Perú
En México los investigadores vivimos la misma lamentable, ridícula, e indigna situación. Nos tratan como si fuésemos ladrones.
Imagínese que hace tiempo autorizaron una beca para tres de mis estudiantes y querían que los chicos entregaran tickets de todo lo que había comprado con su beca… totalmente ofensivo!!!
Ahí me levanté en armas (figurativamente por supuesto) y me negué rotundamente a ello… había sido una «ocurrencia» de algún funcionario en turno que afortunadamente no prosperó.
Que lamentable que efectivamente seamos como los monos del experimento!