Indigentes científicos

Indigentes científicos

Cuando dices que te vas a un congreso la gente suele pensar: «Qué bien, ¿no? Te vas de viaje y encima te pagan…» Yo acabo de volver de congreso de Canadá y hoy quiero contar la penosa realidad por la que tenemos que pasar cada vez que nos toca ir de viaje.

Lo primero que me gustaría decir, para que no haya dudas, es que cuando vamos de congreso, los científicos estamos trabajando. Esto no habría que recalcarlo, pero parece que cuando una persona trabaja en una empresa privada viaja por obligación, pero cuando lo hace para un organismo público es por placer. La gente nos imagina bebiendo daikiris en la playa de Cancún, cuando resulta que estamos madrugando para asistir a una charla plenaria a las 8.30 y pegarnos por conseguir algo de comer en el coffee break.

Como la gente imagina que vamos de congreso

Y es que, a diferencia de otros trabajos, los científicos tenemos que presentar nuestros resultados y someterlos a la crítica de la comunidad. Eso, para quien no lo haya probado, no suele ser plato de buen gusto, pero aún así los congresos son la mejor forma de medir lo bueno que es tu trabajo, porque te permite interaccionar directamente con tus colegas y competidores. Cuando nos toca ir de congreso existe un estrés importante, que no se libera hasta que das la charla o presentas el póster. Aún así, es una parte muy importante de nuestra labor, y no sólo eso: es uno de los méritos obligatorios que se nos exige para cualquier puesto de trabajo.

Para poneros un ejemplo concreto en mi congreso he presentado 1 charla, 3 póster, y me he encargado de un stand para promoción de un proyecto europeo. He hablado con cerca de 25 personas de otros laboratorios, e intercambiado correos con otros más. Vamos, que le he sacado bastante provecho. Pero por si hubiera dudas también dejo el documento gráfico.

Como de verdad estamos en un congreso (foto de mi último congreso)

Aclarado ya que cuando nos vamos lo hacemos en misión oficial y no para aumentar nuestros días libres, pasemos a la parte de hacernos ricos… No exagero si digo que en la actualidad ir de congreso se ha convertido en Los juegos del hambre. Eso es gracias a que nuestros gastos están limitados por real decreto. Por supuesto, no haya nada de malo en eso. Es dinero público y es normal que se controle. Lo que sí es denigrante es que esos gastos no hayan cambiando ¡en 23 años! ¿Os imagináis que trabajáis en una empresa, y que encima de trabajar desplazados no os paguen suficiente para comer y dormir? Nadie duraría mucho en esa empresa, ¿no? Lo normal es que la gente de viaje vaya, dentro de los límites lógicos, a gastos pagados. Eso no pasa con nosotros porque tenemos una asignación diaria y si te pasas de ella, es culpa tuya.

Resulta que nuestras famosas dietas por alojamiento y comida no se han cambiado desde 2002, cuando se publicaron en uno de los BOE más visitados de la historia. Pongamos que quieres irte a Barcelona a un congreso en mayo. ¿Cómo de rico te vas a hacer con las dietas? Pues tienes que conseguir un hotel decente por menos de 66 €/noche y comer por menos de 37 €/día*. Os reto a conseguirlo, porque según el INE el precio medio por habitación en Barcelona para hoteles de 3 estrellas es de 146.49€, ¡más del doble de nuestra dieta! Conozco compañeros que han acabado compartiendo Airbnb, o metiéndose en un hostel. Así están las cosas.

Nos hemos convertido en indigentes científicos. La situación es tan precaria, por no llamarlo de otra manera, que algunas universidades se han visto obligadas a subir esas dietas de manera particular. Podéis pensar que la situación en el extranjero será mejor, pero eso depende de tu suerte y de cómo de locos estén los precios turísticos en la ciudad que vayas. Yo he estado en Montreal y allí el reto es conseguir un hotel por 94 €/noche y comer por 52 €/día. La dieta de comida os puede parecer muy generosa, pero os recuerdo que en Canadá la propina del 15% es obligatoria. Lo de dormir, ya os digo que es imposible. Algunos compañeros de conferencia han acabado en la residencia de estudiantes compartiendo baño. ¿Yo? Pues yo he preferido no comer. O dicho de otra manera, he sacrificado mi dieta de comida para poder alojarme en un hotel razonable (3 estrellas), que estaba a 30 minutos de la conferencia en metro. Dicho de otra manera, he perdido dinero.

Por curiosidad, me he permitido comparar los precios actualizados a julio de 2025 para hoteles de 3 estrellas (obtenidos de booking.com) en algunas ciudades que he visitado por motivos de trabajo. Éste es el resultado.

Salvo en Alemania y Reino Unido, en el resto de sitios no conseguiría hotel. En Montreal el precio medio es de 135 €/noche, y en algunos casos como París o San Francisco, la dieta está tan baja que no daría ni para los mínimos. Como anécdota, cuando mi amiga Katharina fue a San Francisco encontró un hotel muy barato que le entraba en las dietas. Estaba muy orgullosa de su hallazgo hasta que llegó allí. Descubrió que era tan barato porque era una zona comanche de la ciudad y para llegar tenía que atravesar una calle llena de «sin techo» que la acosaban para que les comprara algo.

El camino al hotel puede Foto: Jae C. Hong

Dejadme añadir algo más a toda esta situación indescriptible. ¿Habéis pensado de dónde sale el dinero para pagar nuestros congresos? Porque ya os anuncio que no existe un fondo de viajes caritativo para científicos. No, no. Tú te vas de congreso si puedes permitírtelo. El dinero de los congresos es dinero conseguido por los propios investigadores gracias a sus proyectos financiados en convocatorias competitivas. Si no has logrado proyecto, pues te quedas sin poder cubrir esa parte fundamental de tu trabajo. Así de sencillo.

La situación es tan perversa que a pesar de que la financiación la conseguimos nosotros, no se nos permite cubrir la parte adicional de gastos de viaje con el dinero de proyectos. Si no has logrado un hotel por los precios ridículos del BOE, lo sentimos. El resto tienes que pagarla de tu bolsillo.

Sobra decirlo: no pedimos el Ritz o el Palace, no pedimos resorts de lujo con todo incluido, ni cruceros por el caribe. Pedimos dormir sin cucarachas y poder ir a nuestro baño en mitad de la noche. Pedimos realizar nuestro trabajo de manera digna cuando viajamos. Y eso no sólo lo pedimos los científicos, porque este problema afecta a todo el personal, civil y militar, de la Administración General del Estado, Organismos públicos vinculados, Seguridad Social, Administración de Justicia, y Corporaciones locales. Somos millares los que padecemos esta situación todos los años.

¡Basta ya! Las dietas actuales son limosnas y esta situación es insostenible. Cambien la ley, ajusten los precios a la realidad, dejen sus prejuicios a un lado, modernícense de una vez por todas y, sobre todo, traten a sus trabajadores como lo que son: profesionales.

 @DayInLab


*Casi todos los trabajadores sin excepción somos grupo 2 o grupo 3.