Habréis notado ya que los aceleradores de partículas son un tema recurrente en DayInLab. Podría decir simplemente que me he criado entre ellos y que no me siento a gusto trabajando con partículas lentas, pero la realidad es que los aceleradores de patículas son muy importantes en la Ciencia. Lamentablemente, la gente tiende a pensar que los aceleradores son máquinas escondidas en sitios recónditos y que sólo los genios pueden usarlos. Y aunque algunos de los grandes aceleradores del mundo como el LHC o SLAC pueden alimentar ese estereotipo, la verdad es que los aceleradores de partículas son mucho más corrientes de lo que nos pensamos, y mucho más útiles de lo que la gente imagina.

Localización de unos 200 aceleradores lineales de alta energía catalogados por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (Fuente: IAEA)

Antes explicar esto era más fácil porque bastaba con decir que una televisión era un acelerador de electrones y, sorprendentemente, todo el mundo le veía la utilidad a eso. Las televisiones planas nos lo han puesto algo más difícil ahora, y cada vez es más necesario explicar por qué este tipo de herramientas son indispensables para la humanidad.

Todas las televisiones antiguas eran pequeños aceleradores de partículas. (Fuente: curiosoando)

La Sociedad Americana de Física (APS) sacó hace un par de años la 4ª edición de la guía Accelerators and Beams, tools of discovery and innovation, que podéis descargaros en pdf pinchando aquí. Está llena de grandes ilustraciones y explica de maravilla qué son, cómo funcionan, y para qué sirven.

En DayInLab ya os hemos revelado algunas de las aplicaciones como seguridad y control nuclear, análisis de materiales con luz sincrotrón y con haces de iones, modificación de superficies, educación, pero existen muchas más: diagnóstico de enfermedades, lucha contra el cáncer, esterilización de alimentos y material médico, nuevos tipos de láser, astrofísica…

Imagen de rayos X de un camión cisterna obtenida gracias a los aceleradores de partículas (Fuente: Rapiscan systems)

Creo que la guía de la APS es una joya de esas que conviene guardar bien porque se ha elaborado con un gusto exquisito, y por eso la recomiendo encarecidamente. Además, por si fuera poco dentro podréis encontrar el secreto mejor guardado del Louvre…