Medir de blanco (y sin palomas)
Recientemente me ha tocado hacer un curso sobre el sitio donde paso la mayor parte del tiempo investigando y me he dado cuenta de que nunca os he contado en qué consiste exactamente. Así que he decidido hablaros un poquito del famoso Lab de DayInLab, aunque sólo sea porque allí han pasado algunos de los momentos más mágicos de mis últimos años.
Veréis, la gente que trabaja con dispositivos microelectrónicos como transistores o diodos no puede hacerlo en cualquier lugar. Las escalas con las que se trabaja a día de hoy en esos dispositivos son extremadamente pequeñas: nanométricas. ¿Eso qué quiere decir? Que una mota polvo puede matar de un plumazo varios dispositivos. En un entorno urbano medio el aire contiene unas 35 200 000 partículas/m3 de más de 0.5 micras de tamaño. Son invisibles al ojo humano pero cada una de ellas es un asesino en potencia para nuestras muestras. ¿Cómo se pueden controlar? Creando ambientes puros: salas blancas (o limpias).
Las salas blancas sirven para garantizar la calidad de esos productos tecnológicos tan delicados, que no sólo existen en microelectrónica, sino también en la industria aeroespacial, la farmaceútica, la alimentaria, la automovilística, la solar… Es algo imprescindible en muchos procesos industriales. Un ejemplo bastante cercano son las conocidas salas de bioseguridad en los hospitales, y que recordaréis por el triste caso de ébola contagiado en España.
Una sala blanca es un entorno de trabajo en el que la cantidad de partículas aerotransportadas está controlada y donde se minimiza su introducción, generación y retención. Esto, como podéis imaginar, no es nada fácil de conseguir, y para que os hagáis una idea aquí tenéis los tamaños de algunos contaminantes del aire comparados con un cabello humano.
Las salas blancas están muy preparadas técnicamente: son sitios aislados, con sistemas propios de renovación de aire, con filtros de partículas especiales, y donde se crea una presión positiva (el flujo de aire hace circular hacia zonas de baja presión). Pero lo más importante de todo es que son sitios donde los humanos no pueden entrar de cualquier manera. Y es que el 75% de la contaminación en una sala proviene de nosotros. Sólo por el hecho de estar parados generamos unas 100 000 partículas/min de más de 0.3 micras de tamaño. Caminar aumenta ese valor a 7.5 millones/min. Somos una fábrica de bacterias y residuos. Cabello, piel, vapor, fibras… Por eso lo más importante en una sala blanca es limitar el acceso.
¿Cómo se puede entrar entonces en una sala blanca? Lo mejor es que os lo cuente Laura, que se ha grabado entrando en la sala blanca de clase 10000 más grande del mundo. Pertenece a la NASA y se utiliza para ensamblar equipos para telescopios o satélites. Tiene 370 000 m3 y un aire que es 100 veces más puro que el que tú respiras ahora. Aunque lo que más envidio de ellos no es el espacio que tienen, sino su ducha de aire: ¡quiero una!
Como véis, entrar es en sí mismo un ritual. El concepto, como ocurre también en algunos parques naturales, es que hay que proteger al lugar ¡de nosotros mismos! Hay una vestimenta específica para cada nivel de sala blanca, y hay protocolos rigurosos sobre cómo hacerlo. Hay que prestar atención a detalles que parecerían ridículos en otro entorno. Por ejemplo, al perfume, al maquillaje, o a estar enfermo. No se puede introducir nada que deje residuos, lo que incluye papel, lápices, gomas de borrar, celo, y un montón de cosas más. Está prohibido moverse rápido. Está prohibido usar trajes de protección con botones. ¡Está prohibido hasta tener electricidad estática! Sí, como lo oís; tanto los trajes como el suelo tienen fibras de metal para evitar eso. Y por otro lado hay cosas obligatorias como mirarse al espejo antes de entrar, o cerrar una puerta antes de abrir otra. Es, literalmente, un mundo aparte.
Como nosotros somos el mayor problema en una sala blanca, la solución a nivel industrial es simple. Compañías como Intel tienen la fabricación de chips completamente robotizada para evitar al máximo la introducción de contaminantes y la interacción humana.
Así que, ahora que ya debéis tener claro lo delicado que es medir de blanco, estáis listos. Estáis listos para comprender lo bien que me lo pasé al ver este episodio de The Big Bang Theory en el que Leonard y Howard están trabajando en la sala blanca y de repente… entra ¡una paloma!
@DayInLab
[…] como Walter White en Breaking Bad. Mono blanco, patucos, guantes, cuaderno… Entré a la sala blanca a cocinar una nueva réplica para mis experimentos. Os aseguro que mis muestras no tienen nada que […]
[…] y el azar. La próxima vez que toque hacer limpieza, la próxima vez que vaya a entrar en la sala blanca del laboratorio y ponerme el mono… sin duda pensaré en él. Pero no será la edad de la […]