El Cid de la ciencia

El Cid de la ciencia

En este blog os he hablado muchas veces del sacrificio que supone hacer una tesis. Sin embargo, el otro día supe de un caso que me emocionó por encima de lo normal, y que me gustaría contaros aunque sólo sea para que, como yo, sepáis que esto es posible. Aunque la historia es real, para preservar el anonimato de los protagonistas usaré nombres y lugares inventados. Y para que no quede ninguna duda diré también que yo no conocí personalmente a ninguno de ellos, aunque me he documentado para hacer esta entrada. 

Marie era estudiante de doctorado y tenía 25 años. Marie era química y hacía su tesis en Suiza, donde llevaba tres años trabajando en la síntesis de materiales quirales. Lo pasó mal cuando se mudó para trabajar allí porque dejó muchos amigos en casa. Aún así, le encantaba lo que hacía en el laboratorio. Era alegre, inteligente y con una personalidad única; se distinguía de los demás por su determinación y su calidad moral. Era una buena compañera de laboratorio. Le gustaba la fotografía y la música, y muchos dirían que era auténtica.

Marie tenía dos directores de tesis, con los que quizá tardó en congeniar más de lo que esperaba. Estaba llegando al final de su tesis y, como muchos otros, tenía que ponerse a escribir porque la beca se acababa a final de año. Ya había publicado algún artículo y enfilaba la recta final.

La quiralidad es la propiedad de los objetos de no ser superponibles con su imagen especular, y es especialmente importante para diferenciar moléculas con igual composición química. [Fuente: Wikipedia]

Se había ido de congreso la semana pasada a Berlín, y el lunes debería haber vuelto al laboratorio. Pero en vez de eso a primera hora de la mañana todos los miembros del Instituto abrían su bandeja de entrada con la noticia de su muerte. Marie había fallecido repentinamente de un infarto al corazón mientras pasaba unos días cerca de casa.

Aquí podría haberse acabado esta historia y habría sido una historia más, pero sus directores de tesis no quisieron que fuera así. El trabajo estaba hecho y ella merecía su título de doctora. Me imagino que no tuvieron que pensarlo demasiado, aunque no fuera una decisión fácil… Acabaron la tesis por ella. Escribieron, hicieron los papeleos, buscaron el tribunal, y pidieron defender la tesis en su nombre. Al parecer existe un procedimiento para estos casos: Doctor a título póstumo.

Siete meses después de su muerte se celebró la tesis de Marie. Como en cualquier otra tesis había tribunal, amigos, compañeros, y familia. Sus padres estaban allí. E imagino que como en cualquier otra tesis también había una persona nerviosa, pero esta vez no era el doctorando: era su directora. Y como en cualquier otra tesis hubo presentación y preguntas del tribunal y puerta cerrada. Y como en cualquier otra tesis se comieron canapés al acabar y hubo regalos, regalos que en esta ocasión fueron para sus padres: les dieron un álbum de fotos.

Pero una cosa no fue como en cualquier otra tesis. El título de doctor fue diferente, porque Marie ganó su última batalla después de muerta: fue, literalmente, el Cid* campeador de la ciencia.

@DayInLab


* Rodrigo Díaz de Vivar (1048-1099), conocido como el Cid campeador, fue un líder castellano que se convirtió en una figura histórica por su papel en la Reconquista, especialmente por recuperar el Levante español y reconquistar Valencia. La leyenda del Cid, inmortalizada en libros y películas, dice que ganó su última batalla en Valencia después de muerto.

El Cid Ruy Díaz soy, que yago aquí encerrado
y vencí al rey Bucar con treinta y seis reyes paganos.
De estos treinta y seis reyes, veintidós murieron en el campo;
los vencí en Valencia después de muerto encima de mi caballo.
Con ésta son setenta y dos batallas que vencí en el campo.
Gané a Colada y a Tizona: por ello Dios sea loado.
Amén.